dieta mediterranea

La dieta mediterránea podría reducir los riesgo de diabetes

Los adultos más mayores que se mantienen con una dieta mediterránea tradicional rica en grasas de origen vegetal como el aceite de oliva puede ayudar a disminuir su riesgo de diabetes tipo 2. En esta ocasión no nos remitimos a estudios realizados al otro lado del atlántico sino a uno realizado en España.

Concretamente un estudio donde participaron más de 400 personas mayores durante cuatro años. El resultado fue que cerca de diez por ciento desarrolló la diabetes de tipo 2, frente al 18% del grupo con una dieta baja en grasa.

A priori los resultados pueden sonar demasiado bueno para ser verdad, pero en trabajos previos de los mismos investigadores se demuestra que la dieta mediterránea, incluso sin pérdida de peso, parecer frenar el riesgo de síndrome metabólico (un conjunto de factores de riesgo para la diabetes que incluye la obesidad abdominal, presión arterial alta y el azúcar en la sangre y los triglicéridos).

No obstante los investigadores tienen claro que tampoco es la panacea, cierto es que aporta beneficios aun sin haber una pérdida de peso, pero tampoco implica que no sea importante el ejercicio regular o tomar conciencia de las calorías que consumimos.

Para el que aún no lo tenga muy claro, la dieta mediterránea tradicional es generalmente alta en verduras, cereales ricos en fibra, legumbres, pescado y productos de origen vegetal de grasa no saturada – especialmente el aceite de oliva y los frutos secos -; mientras es baja en carnes rojas y productos lácteos altos en grasa, principales fuentes de grasas saturadas.

El estudio fue desarrollado por investigadores de la universidad Rovira i Virgili en Reus. Los participantes, como comentaba anteriormente fueron más de cuatrocientos y tenían edades comprendidas entre los 55 y 80 años. Ninguno padecía diabetes al comienzo, pero todos tenían al menos tres factores de riesgo para la enfermedad cardíaca, como presión arterial alta, fumar o el exceso de peso.

A hombres y mujeres les fueron asignadas al azar una de tres dietas: una dieta mediterránea tradicional con un énfasis añadido el fomento del consumo de aceite de oliva, rica en grasa monoinsaturada, o bien una dieta con especial orientada en captar las grasas poliinsaturadas de los frutos secos, o sino una dieta baja en grasa que alienta el recorte en todos los tipos de grasa.

A los dos primeros grupos de personas mayores les proporcionaron aceite de oliva (un litro por semana) y frutos secos (unos 200 gramos por semana), pero a ninguno de los tres se les pidió limitar las calorías o realizar más ejercicio físico.

En los siguientes cuatro años, los investigadores encontraron que entre un 10 y un 11 por ciento de los participantes en los dos grupos que seguían la dieta mediterránea desarrollaron diabetes, en comparación con 18 por ciento de los del tercer grupo que siguió una de dieta baja en grasa.

Cuando los investigadores tomaron en cuenta una serie de otros factores como el peso de los participantes, antecedentes de tabaquismo y los niveles de ejercicio, la dieta mediterránea se vinculó a la reducción de un 52 % en el riesgo de diabetes en comparación con la dieta baja en grasa.

Los resultados apoyan la idea de que los componentes de la dieta mediterránea tiene beneficios para la salud independiente de cualquier efecto sobre el peso. Las investigaciones anteriores en este mismo grupo de estudio encontró que los participantes en la dieta tuvieron una mejoría en los niveles de azúcar en la sangre y la sensibilidad a la insulina (hormona de la sangre que regula el azúcar) en ausencia de pérdida de peso.